Dos vecinos sorprendieron en Pringles: crearon una huerta comunitaria
En un ejemplo inspirador, dos vecinos de Pringles, el ingeniero civil Oscar "Pichi" Sorrivas y Diego Ávila pusieron manos a la obra y crearon una huerta comunitaria en una esquina del pueblo.
Pichi, quien es desarrollador de energías renovables -incluso llegó a realizar un auto eléctrico- fue quien tuvo esta idea solidaria hace un mes y medio atrás y encontró la forma de llevarla a cabo.
"Conocía a Diego, uno de los inquilinos de la casa, que es un 'manos verdes' y ama este tipo de acciones. Y a mí me gusta potenciar a la gente que tiene conocimientos y virtudes para ciertas cosas. En este caso, él tiene mucha habilidad para esto y ama hacer huerta", contó.
"Le propuse hacer la huerta en un pequeño terreno de 3.5 metros por 5 que está frente a uno de los departamentos que alquila y enseguida se enganchó", comentó.
Cuando comenzaron a hacer las primeras labores en tierra, a puntear, se dieron cuenta de que era necesario cercarla para cuidar a los cultivos del paso de animales. Entonces consiguieron palets de madera y comenzaron a pintarlos y recortarlos para diseñar un cerco más prolijo.
Como la tarea llevaba bastante tiempo y dedicación porque eran alrededor de veinte palets decidieron buscar apoyo entre los vecinos.
"La huerta nació como algo comunitario entonces les fui tocando timbre, les fui explicando y se fueron sumando. Algunos pintaron más, otros menos; pero todos nos dieron el apoyo para realizar esta idea", dijo.
Lo primeros pasos de la iniciativa.
Pichi Sorrivas, quien actualmente está jubilado como docente -aunque permanece activo en su profesión- ejerció la docencia durante 27 años. En ese lapso siempre motivó a sus alumnos con una frase: "Cada uno es un genio en algo pero el asunto es encontrar esa genialidad y poder explotarla".
"Diego tiene una mano especial para esto, tiene amor por el cultivo de la tierra, siempre le gustó. Sabía que apoyándolo y potenciádolo se podían lograr resultados muy buenos", dijo el vecino de 67 años quien además es amante de los deportes y los practica.
"Si bien es una superficie chica más que nada la idea de hacer esto es para que otros puedan imitarlo", explicó.
La huerta y las bolsas de ciruelas: para servirse.
La propuesta final es la de lograr una economía "circular" a pequeña escala, al menos para empezar. Por ello planean colocar en breve una caja en inmediaciones de la huerta para que quienes recojan hortalizas puedan depositar allí ropa en desuso o algún libro que no lean o quieran cambiar por otro libro.
Otra forma de colaborar es acercarse y ayudar a sacar algunos yuyos.
"La idea es participar en esto todos juntos e ir ayudándose en lo que cada uno pueda aportar", destacó el creador del proyecto.
Es una huerta abierta, de libre participación, donde cualquier vecino puede hacer su aporte, sembrar, empalar, desmalezar o fomentar el intercambio de frutas o verduras que tengan de sus propias huertas.
La huerta, que contiene tomates, morrones, rúcula, zapallos, albahaca y acelga, entre otros vegetales, tuvo una gran repercusión porque aunque el terreno es pequeño está ubicado en una esquina muy transitada, en la intersección de Juan XXXIII y Belgrano.
Así cosechaban el añejo ciruelo.
Otra iniciativa que pusieron en práctica fue la de cosechar un viejo ciruelo situado en el estacionamiento de la terminal de ómnibus, que linda con el fondo de la casa de Oscar, y cuyas ramas pasan la medianera.
"Pusimos las ciruelas en bolsas y las colgamos en el cerco para que quienes quisieran o necesitaran pudieran servirse", detalló Pichi, quien tiene su propia huerta aunque admite que sus conocimientos en este aspecto son limitados.
"Queremos que este emprendimiento cobre otras dimensiones. Ya hemos tenido alguna propuesta para hacerlo en un lugar más grande pero lo estamos viendo porque esta es la época de máximo rendimiento de la huerta", subrayó.
La huerta no solo abastece de alimentos frescos a los residentes locales sino que también fortalece los lazos comunitarios.
Es una muestra de como una acción que puede parecer pequeña tiene un impacto significativo en la construcción de comunidades más sostenibles.
Este proyecto no solo alimenta a las personas de forma saludable sino también el espíritu de colaboración y la construcción de redes solidarias.
fuente: Anahí González Pau y Rogelio Gómez Agencia Coronel Pringles
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